martes, 30 de diciembre de 2008

Adiós

Hace poco más de un año que empecé a escribir este blog. Lo hice porque quería contar mi carrera en el maratón de NY pero, más allá de eso, nunca tuve muy claro el objetivo del blog.
Después de un año de contar otras cosas, lo cierto es que estoy en un punto muerto en el que escribir se ha vuelto más una obligación a veces molesta que algo ilusionante. Así que le pongo punto final ahora. Sólo le veo dos posibles sentidos a un blog: que aporte algo al que lo hace o que aporte algo a quien lo lee. Y, como me da la impresión de que ni lo primero sucede ya, ni lo segundo tampoco ha sucedido nunca, mejor dejarlo aquí.
Muchas gracias a todos los que os habeis tomado la molestia de pasar por aquí de vez en cuando y gracias infinitas a los que, además, me hacíais comentarios sobre lo que escribía.

martes, 16 de diciembre de 2008

Mis dos medias maratones de montaña

El domingo corrí dos medias maratones de montaña, y la dos fueron en el mismo sitio: la Serra d'Olta. Y no me equivoco al contar, fueron dos: la primera y la última.

El día empezó de noche, a las 7 menos cuarto de la mañana, cuando me levanto y desayuno. Quince minutos después salgo al frío de la mañana y ya empiezo a arrepentirme de la decisión. Pero eso no es nada cuando llegamos a Calpe y vemos la ventolera que hacía en el pueblo. Un aire frío que no auguraba nada mejor para cuando llegáramos a la montaña. Ya nos habían avisado del viento, pero la verdad es que aún resultaba intimidado. Corrí con mallas y guantes.
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Allí nos tomamos un cortado calentito, en la cafetería del polideportivo, junto con David y los Runnercuestas, con los que compartimos el viaje. También compartimos momentos antes de la salida con Paco Navarro, que me había recomendado la carrera y amigos, con los que nos hicimos la foto, cortesía de Alberto Costilla. A la hora de dar la salida ya había calmado un poco el viento, aunque seguía haciendo frío. Salimos poco antes de las diez y, enseguida, nos metemos en un camino de tierra, por el que discurrimos, muchas veces en fila india, unos 3 kilómetros.

Llega un momento en el que tenemos que coger incluso una escalera para salvar un desnivel grande y, tras cruzar un túnel cortito, a partir de ahí, empezamos de verdad a subir la ladera de la montaña por caminos ya propiamente de montaña. Ahí empecé a comprender que, realmente, aquello iba a tener mucho de montaña y poco de carrera. Aunque todavía no me imaginaba cuanto.

A partir de ahí, por caminos siempre ascendentes por los que apenas cabían mis anchas espaldas, vamos subiendo mal que bien, andando a tramos y corriendo otros. Pero cuando la cosa se pone cuesta arriba de verdad no hay carrera que valga. Todo son caminatas. A veces, como en la pedrera que había un kilómetro antes de meta, directamente escalando, teniendo que apoyar muchas veces las manos para poder seguir subiendo. A cuatro patas. Después de un pequeño descansillo en la cuesta, en el que tampoco se podía correr porque era todo rocas -de ahí tiene mi empeine un bonito recuerdo, en forma de moratón-, llegamos a la cima, a 587 metros de altura, más o menos kilómetro 10 de carrera. Hasta ahí no creo que hubiera corrido más de 5. Pero la bajada fue aún peor.

Fundamentalmente, debido a que no había comido bien. Me había tomado un gel en el primer avituallamiento pero, cuando llegué al segundo, ya tocado, no quedaba comida. Hasta el segundo avituallamiento ya había empezado a pasarlo mal, puesto que las bajadas eran aún peores que las subidas. No llevaba calzado adecuado y no estaba acostumbrado a descensos rápidos, así que, entre unas cosas y otras, iba casi más despacio subiendo que bajando. Después de una bajada, volvía otra vez un ascenso que sería más o menos de un par de kilómetros, pero que a mí me parecieron veinte. Era por una pista en la que, con fuerzas, hubiera podido correr. Pero, por primera vez desde que estoy corriendo, estaba completamente vacío. Sin fuerzas. Así que, mal que bien, trotaba a ritmo cochinero y andaba las más de las veces.

Cuando subimos este último repecho, a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Pero, dado lo estrecho del camino y lo inseguro y flojo que andaba yo, no pude acelerar nada hasta los últimos 4 kilómetros, donde volvíamos por donde habíamos salido al principio. Primero, debido a que estaba sin fuerzas y ligeramente mareado. Segundo, por la dificultad de la bajada, que me hacía a mí imposible otra cosa que no fuera andar.

En el tercer avituallamiento sí que quedada comida, afortunadamente, y me comí un buen puñado de higos secos que, junto con los vasos de bebida isotónica, me ayudaron a poder correr un poquito en los últimos kilómetros, para acabar en 2:49 la carrera. Aún lejos de las 3 horas y media que daba la organización -por cierto, muy bien organizada y señalizada, lo que tenía su dificultad teniendo en cuenta por dónde transitaba- para acabar.
Como más arriba he señalado, no creo que vuelvan a encontrarme para algo así. Al menos, no de momento. Básicamente, debido a que no me gustó demasiado, ya que a mí lo que me gusta es correr, no trepar por las montañas. Lo que a mí me apetece es salir a trotar un rato y, mal que bien, acabar las carreras sin tener que pararme. Pero, la verdad, tener que pararme porque pasamos por sitios estrechos en los que sólo cabe uno, subir escaleras, escalar con las manos, bajar agarrándome de los pinos, ir con mil ojos para que la roca en la que me apoyo no se vaya... pues no me gusta.

Seguro que a mucha gente le gusta, y lo comprendo perfectamente, ya que es más agradable correr por el campo. Pero yo lo veo algo más cercano al montañismo que al atletismo. Lo veo más cercano a una excursión por el campo, al senderismo, que a una carrera. Y a mí lo que me gusta es correr, no hacer montañismo. Además, de subir y bajar barrancos, de pinos y de rocas ya tuve bastante cuando era pequeño y veraneaba en un sitio muy parecido a donde corríamos. A lo mejor, si corriera maratones en los Alpes, como mi amiga Syl, pues a lo mejor las vistas y los sitios por los que corría me compensaban. Pero, realmente, el bosque mediterráneo de esta zona, pinos, rocas, barrancos y el mar, los tengo ya muy vistos.

Así que, ya os digo, a cada uno le gusta lo que le gusta. Y a mí lo que me gusta es correr. En las fotos que se acompaña se ve el tipo de carrera que fue. Y aún mejor en el vídeo que va debajo. Mil gracias a Alberto por grabarlo y por las fotos que comparte con los que bastante hacemos con aguantar para encima hacer fotos y vídeos.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Media Maratón de Montaña Serra d'Olta

Al final me he decidido y el domingo correré la M.M. de Montaña Serra d'Olta, en Calpe. Después de varias medias de asfalto, está será la primera de montaña que corro. A ver qué tal es la experiencia, porque no las tengo todas conmigo. Eso de subir los 567 metros que son el punto más alto en poco más de 5 kilómetros me tiene un poco mosca. Pero, bueno, si tuviéramos un poco de sentido común no nos pegaríamos esas palizas que nos pegamos.

La próxima semana prometo traer fotos y comentar la experiencia. Ahí abajo os dejo el recorrido y, lo que más asusta, el perfil.

martes, 2 de diciembre de 2008

Haka vs Twickenham

Absolutamente espectacular. El sábado pasado vi en directo el Inglaterra vs Nueva Zelanda, partido amistoso de rugby, y lo que pasó antes del partido es una de las cosas que más me han impresionado de todas las que rodean al mundo del deporte.

Para el que no esté familiarizado con la tradición, la selección de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks -considerados el mejor equipo de rugby del mundo, aunque haga ya 21 años que no ganan la Copa del Mundo- hacen ante de sus partidos una danza tribal maorí, conocida como Haka, de la que hay varias versiones. Es una forma de impresionar al contrario: gestos, gritos, miradas desafiantes... Es uno de los rituales del rugby. Los himnos previos y la haka apetecen verlos antes de los partidos casi tanto como el propio juego posterior.

Frente a la haka, el equipo contrario puede adoptar varias posiciones. La más habitual es colocarse frente a ellos, aguantando la mirada, aparentando no dejarse intimidar, hasta que termina. También he visto equipos -los menos- que daban la espalda a la Haka o que hacían un corro y no miraban al contrario. Pero lo que vi el sábado no lo había visto nunca -tal vez haya pasado más veces, yo no lo he visto, no con esa intensidad-.

Porque no fueron los jugadores contrarios los que desafiaron a los neozelandeses, sino que fue el público de Twickenham, el estadio inglés donde la selección juega sus partidos, los que se opusieron a la haka. Cantaron a voz en grito, más de 80.000 gargantas, el Sweet low, sweet chariot, la canción que tradicionalmente le cantan a su equipo los seguidores ingleses. Y lo hicieron tan fuerte que, realmente, por una vez, impresionaba más oír al publico cantar que a los All Blacks hacer la haka. Aún con los micrófonos direccionales enfocados a Weepu, dirigiendo la haka y con todos los All Blacks gritando, sólo les ve apenas mover la boca sin que casi nos llegue el sonido. Tal es el estruendo de la gente gritando.

Tal vez ese espíritu fue el que llevó a los ingleses, hoy por hoy muy inferiores a los neozelandeses, a aguantar 60 minutos el partido igualado, aunque en los últimos 20 se vinieran abajo estrepitosamente, perdiendo 6-32. Pero, ese día, el espectáculo estuvo también antes del partido.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Han vuelto!!!

Belle and Sebastian sacan disco nuevo!! Bueno, realmente no es nuevo. Todavía esperamos con ansia el disco que sacaran, se espera, en primavera. De momento, nos regalan para navidad las grabaciones que hicieron para la BBC, canciones mayoritariamente del disco rojo, If you're feeling sinister, el mejor, además de alguna canción no grabada previamente -como (My girl's got) Miraculous Technique-. La mayoría ya las tenía, bajadas de internet junto con las John Peel Sessions. Pero ahora las tengo en bonito, con su carátula y con una calidad de sonido, obviamente, infinitamente superior.


Además, se ha editado en dos versiones. Una, sólo con las BBC sessions, y otra que incluye un concierto en Belfast en 2001, fundamentalmente del disco verde, The boy from the arab strab, además de algunas versiones de The Beatles -Here comes the sun-, Lou Reed -I'm waiting for the man- y Thin Lizzy -Boys are back in town-. No sé yo quién va a optar por la primera, con un solo CD, pudiendo tener por poco más los dos. De todas formas, por si alguien le da por comprarlos, tener cuidado en elegir esta segunda edición.
Os dejo con una versión en directo de Sleep the clock around, una de mis favoritas de las que se incluyen.