miércoles, 18 de junio de 2014

CRONICA DE UN DESVARIO. AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN TRIATLETA GLOBERO.

(II) LA DECISION

Tal y como venía diciendo, lo cierto es volver a preparar un maratón me motivaba poco. Y la preparación de la carrera sin demasiadas ganas, como ya había comprobado en el Maratón de Castellón, no sólo se hacía más dura de lo que ya de por sí era, sino que conllevaba también una carrera sin ningún disfrute.

En estas andaba cuando me encontré, mes de julio del año pasado, con un reportaje en televisión sobre el Ironman de Niza. Me impresionó. No sólo por la dureza de la prueba, sino también por lo espectacular que resultaba. 2500 personas lanzándose a nadar al mar al mismo tiempo. Las subidas por puertos con vistas espectaculares, en plena zona de prealpes de Niza. Y las llegadas, sobradas o agónicas, corriendo a lo largo de Paseo Marítimo, junto al mar –en el video se puede revisar el programa que yo vi aquel día-. Decidí en aquel momento que quería correr algún día esa prueba. Lo que no imaginé es que me llegaría la oportunidad tan pronto.



Solo unos días después, mi amiga Mónica me dijo que pensaba apuntarse al Ironman de Niza para junio de 2014 junto con varios compañeros del Club Ilicitano de Triatlón. Como sabía que me apetecía probar el triatlón –y a ella le gusta mucho hacer proselitismo- me animó a que me apuntara con ellos. Lo cierto es que a mí tampoco hace falta mucho para convencerme. Y aquello empezó a dar vueltas en mi cabeza.

Me llevó a su club y hablé con Rafa, que me dijo que, con la base de carrera que tenía, si entrenaba lo que tenía que entrenar –que sería mucho- podía acabarlo perfectamente, en un tiempo cercano a las 15 horas –el corte es de 16 horas-. Sólo me faltaba ese empujón. ¿Cuándo puedo empezar? pregunté. Mañana mismo, me contestó. Así que al día siguiente, 29 de julio, justo once meses antes de la prueba, empecé a entrenar, lanzándome a la piscina. Dos semanas después, el 14 de agosto, cogía la bici por primera vez.

Debo aclarar que, aunque tenía base de carrera, las otras dos disciplinas me eran casi completamente ajenas. Mi experiencia con la natación se reducía a unos cursos de natación con 6 años y una carrera con 8 en la que, tras quedar último, cogí una aversión a esa disciplina que aún me dura. Por su parte, nunca monté más que muy puntualmente en alguna bicicleta de carretera que me prestaron, y mi mayor experiencia en MTB fue cuando, hace 14 años, decidí que haría el Camino de Santiago en bici. Sin haberlo preparado, con una bici prestada que pesaba casi más que yo, efectivamente lo hice, 8 días, solo. Cuando llegué a Santiago juré que no volvería a coger una bicicleta en mi vida. No soy muy de fiar en mis juramentos, como podéis comprobar.

El caso es que sabía nadar –lo justo para no ahogarme- y sabía pedalear –lo justo para no caerme-. Pero poco más. Empezaba casi de cero en ambas disciplinas. Y, como pude comprobar, mi “estilo” –por llamarlo de alguna forma- de natación era horrible –por ser diplomático-. Y mis fuerzas en la bicicleta me dieron, el primer día, sólo para llegar a la pequeña subida que hay en la Vía Parque a la altura de IFA y, con la lengua fuera, volver a trote cochinero desde ahí.

Me han dicho muchas veces que si no es un poco excesivo fijarse como objetivo, directamente, una prueba tan ambiciosa sin tener experiencia previa en el triatlón. Si no sería lo lógico que correr un Ironman fuera el resultado de una evolución previa, y no una meta inicial. Otras veces, no ha hecho falta que me lo dijeran. La cara con la que me han mirado después de anunciar mi objetivo ha sido lo suficientemente despectiva como para saber perfectamente lo que opinaban de mi intención.

Es muy probable que tuvieran razón. De hecho, durante estos 11 meses de preparación, muchas veces he pensado que me había equivocado, que debería haber estado al menos un año haciendo triatlones de menor distancia para, posteriormente, decidir si quería o no realmente ir a por un larga distancia. Esa sería la vía lógica y razonable, entiendo ahora. El camino correcto hacia el Ironman.

Pero, por un lado, como las plazas se acababan tan pronto, tuve que inscribirme a finales de octubre, apenas empezada la preparación. Lo que ya me obligaba mucho. Esa era la “excusa” oficial –en realidad, se puede anular la inscripción recuperando parte del dinero-.

Por otro lado, y esta es sin duda la razón principal, el reto que me motivaba era hacer el Ironman, conseguir terminarlo, y no sólo practicar un nuevo deporte, hacer un triatlón, cualquier otro triatlón. Ahora le he cogido cierto gusto, sobre todo a la bici, y también a la natación en el mar –son las dos cosas que más me gustan de lo que hago, especialmente el mar-. Pero, inicialmente, no me planteaba el disfrute en la preparación, sino la obligación para la consecución del objetivo. Disfrutar haciéndolo era algo que no se valoraba.

Tal vez porque venía de estar nueve años corriendo habitualmente, de preparar muchas carreras, en las que no disfrutaba con la preparación. Mi única satisfacción era acabar la carrera, eso era lo que compensaba todo el sacrificio previo. Yo no soy de los que corren por el simple placer de correr, no he encontrado en nueve años esa auto-satisfacción. Cruzar la meta en Madrid o en Barcelona. Correr por Central Park en Nueva York o en la Playa de la Concha en San Sebastián. Eso era lo que me hacía disfrutar. Pero el entrenamiento no era parte de ese disfrute.

Por eso, nunca pensé que preparar el triatlón fuera a hacerme disfrutar. Y lo cierto es que a ratos he disfrutado más de los entrenamientos en bici que con los de la carrera a pie. Y he descubierto lo hermoso que es nadar en el mar abierto. Pero, no nos engañemos, el 80% de los entrenamientos han sido de escaso disfrute, incluyendo ahí el 100% de los entrenamientos de natación en piscina.

Así que, preparado como estaba para sufrir entrenando, para sacrificarme para conseguir el objetivo que me había planteado, lo cierto es que puedo decir que he preparado la carrera a conciencia. He hecho entrenamientos largos y duros, he tenido constancia, he sacado muchas horas para entrenar. Y, al margen de que luego la prueba me salga bien, mal o regular, he dado casi todo lo que podía para conseguir el objetivo. Y, salvo que me lleve una gran sorpresa el domingo 29 de junio, creo que puedo decir que, con la base aeróbica que tenía con la carrera, la preparación de un año es suficiente para terminar la prueba decentemente. En la próxima entrega contaré por encima qué he hecho este año.


En fin, sé que no voy a hacer un gran tiempo, que probablemente entraré pasadas las 15 horas, y que tendré que correr con cabeza el maratón para no desfondarme y quedarme en el intento. Para mí será suficiente con acabarlo dentro del tiempo de corte y hacerlo con la cabeza alta, habiendo disfrutado del trayecto.

lunes, 16 de junio de 2014

CRONICA DE UN DESVARIO. AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN TRIATLETA GLOBERO.

(I) EL COMIENZO

Antes de entrar con el triatlón, y en ese Ironman cercano, me gustaría recordar los antecedentes. Contar un poco de dónde viene todo esto. Así que ahora haré un breve resumen de qué fue lo que llevó a plantearme, hace ahora casi un año, correr el Ironman de Niza.

Siempre he practicado deporte. Si echo la vista atrás me veo jugando –compitiendo, en una u otra medida- al fútbol 11, al fútbol 7, al fútbol sala, al baloncesto, al tenis, al squash, al rugby… A pesar de eso, nunca soporté la parte de preparación física de los deportes que he practicado. No soportaba correr. Creo que, hasta hace diez años, nunca había corrido más de 40 minutos seguidos.

Por eso, cuando hace nueve años me hice con plan de 16 semanas para preparar una Media Maratón, debo reconocer que no las tenía todas conmigo. La idea de correr una media maratón me rondaba la cabeza desde tiempo atrás. Aunque no empezó a coger forma hasta que, un día volviendo de Enguera, mi amigo Pablo Candela –al que debo agradecerle mi inicio en el mundillo del running-, me contó su experiencia y me recomendó los planes de entrenamiento que él estaba siguiente, de Hal Higdon.

Al principio me pareció imposible que yo lograra la constancia suficiente como para preparar una prueba de este tipo. El caso es que empecé, en junio de 2005, fijándome como prueba objetivo el MM de Benidorm, a finales de noviembre de 2005. 6 meses debían ser suficientes. Al principio, las tiradas de 6 km eran las tiradas largas, y me las veía y me las deseaba para acabarlas. Por aquel entonces superaba los 100 kg de peso. Al final, el plan fue dando sus frutos y conseguí terminar en Benidorm –de hecho, hasta hoy nunca he abandonado una carrera-, con un tiempo muy mediocre, de 2:04, pero razonablemente entero.

Después de esto, se abrió un tiempo de cierta incertidumbre. Mi objetivo se había cumplido, pero no quería perder lo que había conseguido. Había bajado 6 kg de peso y era capaz de superar la hora de carrera continua. Repetí el plan y corrí la MM de Elche, año 2006 –fue la primera de nueve consecutivas, es la única prueba a la que no he faltado cada año desde que empecé a correr-. El resultado fue muy parecido, creo que baje sólo un minuto a mi anterior tiempo. Y me dejó un mal sabor de boca. Pensaba que iba a mejorar más mi tiempo, pero no fue así.

Mientras me pensaba qué iba a seguir haciendo me apunté, casi por casualidad, unos pocos días antes, a la MM de Alcantarilla, unas pocas semanas después de la Elche, y la corrí sin especial preparación. Sin embargo, me salió muy bien, bajé por primera vez de las 2 horas, 1:57, y me animó mucho a seguir corriendo. Para mí era todo un logro correr a 5:30/km, no pensé que pudiera nunca bajar ese ritmo mucho más. Si aquella carrera no me hubiera salido bien, probablemente no habría seguido insistiendo. Afortunadamente, no fue así, y aquello me dio motivación para continuar.


Porque, debo reconocerlo, correr una Media no era mi objetivo desde el principio. Aunque me daba miedo hasta reconocérmelo a mí mismo, lo que de verdad me motivaba era correr un maratón completo. Pero parecía un reto tan inabordable que nunca me atreví a decirlo en voz alta.

Así que por aquellas fechas –no recuerdo si un poco antes o un poco después- me apunté a la lotería del maratón de Nueva York. Pensé: “ya que voy a correr uno, que sea a lo grande, por si luego no hay otro”. No pensaba que me fuera a tocar a la primera, de hecho hubiera tenido que posponer la inscripción un año. Pero, contando con los rechazos, empecé a probar, ya que, por aquel entonces, si te rechazaban tres veces, a la cuarta tenías la inscripción asegurada. El primer año no me tocó. Pero el segundo año que lo intenté sí me tocó el sorteo.

Recuerdo el subidón cuando me llegó el mail que me confirmaba que me habían asignado plaza. Creo que fue por mayo de 2007 o así. Por aquel entonces, había corrido ya dos ediciones de la MM de Elche, una de Santa Pola, Alcantarilla y Molina de Segura –mi peor experiencia con diferencia, 2:07 y unas sensaciones horribles-.

Descargué un plan para el maratón, también de Hal Higdon, y lo empecé a preparar. Corrí las medias de Lorca y Petrer, por aquel entonces ya bajaba habitualmente de 2:00, rondaba el 1:50, en Petrer hice 1:48, y había bajado de peso hasta los 87 kg. Y en noviembre me fui a NY. Por ahí está la crónica de aquella carrera por si a alguien le interesa, así que no daré mucho follón con ello.

Aunque llegué fundido, me apunté al Maratón de Madrid, para seis meses después, y lo corrí en 2008, no bajé de 4:00, pero me quedé a 22 segundos, y con unas sensaciones muy buenas. A partir de ahí, todos los años seguí el mismo patrón. Buscar un maratón que correr, seguir un plan de 12 semanas –a partir de Madrid cogí un Plan de Rodrigo Gavela y me fue infinitamente mejor que con el primero- y hacer un par de Medias como parte de la preparación.

Corrí Barcelona en 2009 –la primera vez que bajé de 4:00-, Valencia en 2010, San Sebastián en 2011 –mi mejor tiempo hasta la fecha 3:52- y Castellón en 2012. Un maratón al año desde 2007, 6 en total.

Pero ni la preparación para Castellón –muy desganado- ni la propia carrera me dejaron satisfecho. Al contrario, me sentía saturado de correr. Necesitaba encontrar un objetivo que me motivara. En principio, pensaba correr el maratón de Murcia en 2013, ese era el plan original, a muchos meses vista.




Resumiendo, desde junio de 2005 corriendo habitualmente. 6 maratones, 27 Medias Maratones, y un montón de carreras de menos distancia (Racó de la Morera, San Silvestre Crevillente y Elche –el único sitio donde he ganado algo, un primer premio de disfraces-, Cross de Perleta, Mitat de Mitja, 10 km Abel Antón en Gran Alacant…). Y la necesidad de algo que me motivara para cambiar. Eso lo dejo para la siguiente entrada.