La verdad es que era una gozada. Notar el viento frio en la cara, el aire tan limpio, la nieve en los campos alrrededor, ni un coche... Da gusto correr por sitios que no conoces: crucé pueblecitos de 15 casas, con ocas por el jardín -los aleros todavía mantenían la nieve-, atravesé un par de bosquecillos, pasé por delante de una pequeña iglesia... Agradecí mucho cambiar mis circuitos habituales y disfruté mucho corriendo. No es que estos no merezcan la pena: más ahora que, con los naranjos ya en flor, el olor del ahazar se deja notar con fuerza. Pero, para alguien del Sur como yo, el frio se agradece de vez en cuando.
Sólo lamenté no haber llevado la cámara, para ir fotografiando alguno de los sitios por los que pasaba. Pero pensé que todavía saldría un día más, y aprovecharía para hacer algunas fotos. Después de 70 minutos y casi 13 kms llegué, sudando, me duché y tuve tiempo de desayunar con toda la familia, más relajado.
En teoría, quería haber salido un día más, a hacer series. El martes decidí quedarme en la cama y salir el miércoles o el jueves, para no hacer los dos días seguidos. Cuando me levanté ya me había arrepentido, porque justo a las 7 empezó otra vez a nevar, hasta las 8 -justo cuando yo debería haber estado corriendo- y otra vez había un montón de nieve. De esa hora es la foto que hay debajo.
Pero ni el miércoles ni el jueves fui ya capaz de levantarme. En mi descargo diré que los días eran agotadores: desde las 8 de la mañana estábamos andando todo el santo día hasta las 10 de la noche, de atracción en atracción, comiendo de mala manera, todo el día bregando con tres crios pequeños... la verdad es que acabas reventado. El miércoles ya no fui capaz de levantarme cuando vi la hora que era. Y el jueves, diréctamente, ni siquiera me desperté antes de las 8 y media. Me quedé con las ganas de hacer fotos más bonitas, así que hay que conformarse con estas, que hice desde la habitación del hotel y que, realmente, no hacen justicia al sitio.
Pero quería dejar constancia de lo bonito que es correr en determinadas circunstancias y, en estas en concreto, lo feliz que me sentía mientras recorría todos estos sitios mientras todos los demás dormían.
Correr realmente os hará libres.
así es...y da igual el sitio además...te hace sentir libre siempre...
ResponderEliminarpero si a esas sensaciones, encima le unes un paisaje precioso, pues ya alucinas en colores y tú solo...
y como esas alucinaciones, pocas en esta vida.
besitos.
¡Qué gozada!
ResponderEliminarLa verdad es que se agradece de vez en cuando cambiar los circuitos,la monotonía te hace perder las ganas en ocaiones y es bueno que,si cambias de aires por unos días,aproveches para pegarte uas carreras.
Precioso todo.