miércoles, 21 de mayo de 2008

Najat

Como sabéis los que pasáis por aquí habitualmente, hace ya un mes corrí el Maratón de Madrid. Lo que muy pocos sabréis es que en esa carrera murió una chica, de 33 años una corredora. No lo sabéis porque, supongo que por razones de imagen, la organización de la carrera ha silenciado esta noticia. No ha salido ni en periódicos, ni en televisión, ni casi en revistas especializadas -yo sólo he podido ver una mención, casi de pasada, en la edición del Runner's de abril, al final de un recuadro, en un lateral del reportaje dedicado a la carrera.

Tal vez algunos sí os acordéis de que, en la última edición del maratón de Chicago, creo que en octubre, que se suspendió tras tres horas de carrera a causa de las altas temperaturas y la humedad inusual para esa época del año, murió un corredor. Fue un hecho bastante publicitado, conocido a pesar de haber sucedido tan lejos.

La muerte, en una carrera, en cualquier actividad deportiva, como en cualquier otro aspecto de la vida -accidentes laborales, accidentes de coche, enfermedades..., life kills- sucede de vez en cuando. Ambos corredores eran experimentados, no se trató en ninguno de los dos casos de principiantes que sobrepasaran sus posibilidades. Como sucede de vez en cuando, también a los deportistas de élite, una vena se rompe en la cabeza, un ventrículo del corazón no responde adecuadamente, un cáncer que no da la cara hasta que es demasiado tarde..., nuestro cuerpo decide que hasta aquí hemos llegado. Que bastante difícil ha sido, si tenemos en cuenta las escasas posibilidades que, en realidad, hay de que un mecanismo tan complejo funcione tan perfectamente como lo hace, algo de lo que no somos conscientes.

En cualquier caso, un grupo de corredores y blogueros, del que he conocido por mi amiga Syl, han decidido rendirle un homenaje. Para que, al menos, alguien se acuerde de ella. No sólo porque podríamos haber sido cualquiera de nosotros. Sino porque, fundamentalmente, queremos, a veces incluso necesitamos, acordarnos de nuestra propia fragilidad. Por eso te recordamos, Najat.

Yo, además, te recordaré siempre porque pasé junto a tí. No te conocía, no sabía quien eras, y, más que verte, te intuí en una camilla, rodeada de un montón de gente apresurada, a la altura del kilómetro 35, Paseo del Doctor Vallejo Nájera, allí donde la carrera se nos empezaba a hacer dura a todos, no sabíamos cuánto más dura se te hacía a ti. Volviste a pasar por mi lado, unos pocos minutos más tarde, en una de las dos ambulancias que, por medio del recorrido de la carrera, nos adelantaron a toda velocidad.

No sabía entonces quién eras, ahora lo sé, y bien que lo lamento. Ojalá sólo hubieras sido una estadística más en una jornada sin mayores incidentes, un desvanecimiento, un poco de suero y a casa. Pero, ahora que sé quien eres, ya sé que no te olvidaré. Y sé que no seré el único. Adios, Najat.

1 comentario:

  1. Siempre la llevaremos con nosotros. Bonitas tus palabras Santi, para tan triste noticia.

    (por si no lo has visto, ha habido un movimiento con carta escrita a los medios de comunicación y hoy parece que iba a salir algo en el mundo...si quieres leerlo, entra en el blog de Pablo).

    besos.

    Ps: www.newsolitude.wordpress.com

    ResponderEliminar