martes, 16 de diciembre de 2008

Mis dos medias maratones de montaña

El domingo corrí dos medias maratones de montaña, y la dos fueron en el mismo sitio: la Serra d'Olta. Y no me equivoco al contar, fueron dos: la primera y la última.

El día empezó de noche, a las 7 menos cuarto de la mañana, cuando me levanto y desayuno. Quince minutos después salgo al frío de la mañana y ya empiezo a arrepentirme de la decisión. Pero eso no es nada cuando llegamos a Calpe y vemos la ventolera que hacía en el pueblo. Un aire frío que no auguraba nada mejor para cuando llegáramos a la montaña. Ya nos habían avisado del viento, pero la verdad es que aún resultaba intimidado. Corrí con mallas y guantes.
-
Allí nos tomamos un cortado calentito, en la cafetería del polideportivo, junto con David y los Runnercuestas, con los que compartimos el viaje. También compartimos momentos antes de la salida con Paco Navarro, que me había recomendado la carrera y amigos, con los que nos hicimos la foto, cortesía de Alberto Costilla. A la hora de dar la salida ya había calmado un poco el viento, aunque seguía haciendo frío. Salimos poco antes de las diez y, enseguida, nos metemos en un camino de tierra, por el que discurrimos, muchas veces en fila india, unos 3 kilómetros.

Llega un momento en el que tenemos que coger incluso una escalera para salvar un desnivel grande y, tras cruzar un túnel cortito, a partir de ahí, empezamos de verdad a subir la ladera de la montaña por caminos ya propiamente de montaña. Ahí empecé a comprender que, realmente, aquello iba a tener mucho de montaña y poco de carrera. Aunque todavía no me imaginaba cuanto.

A partir de ahí, por caminos siempre ascendentes por los que apenas cabían mis anchas espaldas, vamos subiendo mal que bien, andando a tramos y corriendo otros. Pero cuando la cosa se pone cuesta arriba de verdad no hay carrera que valga. Todo son caminatas. A veces, como en la pedrera que había un kilómetro antes de meta, directamente escalando, teniendo que apoyar muchas veces las manos para poder seguir subiendo. A cuatro patas. Después de un pequeño descansillo en la cuesta, en el que tampoco se podía correr porque era todo rocas -de ahí tiene mi empeine un bonito recuerdo, en forma de moratón-, llegamos a la cima, a 587 metros de altura, más o menos kilómetro 10 de carrera. Hasta ahí no creo que hubiera corrido más de 5. Pero la bajada fue aún peor.

Fundamentalmente, debido a que no había comido bien. Me había tomado un gel en el primer avituallamiento pero, cuando llegué al segundo, ya tocado, no quedaba comida. Hasta el segundo avituallamiento ya había empezado a pasarlo mal, puesto que las bajadas eran aún peores que las subidas. No llevaba calzado adecuado y no estaba acostumbrado a descensos rápidos, así que, entre unas cosas y otras, iba casi más despacio subiendo que bajando. Después de una bajada, volvía otra vez un ascenso que sería más o menos de un par de kilómetros, pero que a mí me parecieron veinte. Era por una pista en la que, con fuerzas, hubiera podido correr. Pero, por primera vez desde que estoy corriendo, estaba completamente vacío. Sin fuerzas. Así que, mal que bien, trotaba a ritmo cochinero y andaba las más de las veces.

Cuando subimos este último repecho, a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Pero, dado lo estrecho del camino y lo inseguro y flojo que andaba yo, no pude acelerar nada hasta los últimos 4 kilómetros, donde volvíamos por donde habíamos salido al principio. Primero, debido a que estaba sin fuerzas y ligeramente mareado. Segundo, por la dificultad de la bajada, que me hacía a mí imposible otra cosa que no fuera andar.

En el tercer avituallamiento sí que quedada comida, afortunadamente, y me comí un buen puñado de higos secos que, junto con los vasos de bebida isotónica, me ayudaron a poder correr un poquito en los últimos kilómetros, para acabar en 2:49 la carrera. Aún lejos de las 3 horas y media que daba la organización -por cierto, muy bien organizada y señalizada, lo que tenía su dificultad teniendo en cuenta por dónde transitaba- para acabar.
Como más arriba he señalado, no creo que vuelvan a encontrarme para algo así. Al menos, no de momento. Básicamente, debido a que no me gustó demasiado, ya que a mí lo que me gusta es correr, no trepar por las montañas. Lo que a mí me apetece es salir a trotar un rato y, mal que bien, acabar las carreras sin tener que pararme. Pero, la verdad, tener que pararme porque pasamos por sitios estrechos en los que sólo cabe uno, subir escaleras, escalar con las manos, bajar agarrándome de los pinos, ir con mil ojos para que la roca en la que me apoyo no se vaya... pues no me gusta.

Seguro que a mucha gente le gusta, y lo comprendo perfectamente, ya que es más agradable correr por el campo. Pero yo lo veo algo más cercano al montañismo que al atletismo. Lo veo más cercano a una excursión por el campo, al senderismo, que a una carrera. Y a mí lo que me gusta es correr, no hacer montañismo. Además, de subir y bajar barrancos, de pinos y de rocas ya tuve bastante cuando era pequeño y veraneaba en un sitio muy parecido a donde corríamos. A lo mejor, si corriera maratones en los Alpes, como mi amiga Syl, pues a lo mejor las vistas y los sitios por los que corría me compensaban. Pero, realmente, el bosque mediterráneo de esta zona, pinos, rocas, barrancos y el mar, los tengo ya muy vistos.

Así que, ya os digo, a cada uno le gusta lo que le gusta. Y a mí lo que me gusta es correr. En las fotos que se acompaña se ve el tipo de carrera que fue. Y aún mejor en el vídeo que va debajo. Mil gracias a Alberto por grabarlo y por las fotos que comparte con los que bastante hacemos con aguantar para encima hacer fotos y vídeos.

6 comentarios:

  1. Santi,mi sincera enhorabuena por el logro de acabarla,se la ve durilla.

    Un saludo crack.

    ResponderEliminar
  2. Demostraste lo que vales al no rendirte, enhorabuena porque fue un comienzo (y por lo que cuentas un final...) duro en el mundo de las carreras por montaña.
    Yo no he participado en ninguna, pero sí he salido alguna vez y ciertamente es bastante distinto a correr por asfalto. Para gustos colores.
    Cuando me estrene te lo cuento.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por los ánimos. Que me vienen bien, aún me duelen los cuádriceps. Ayer me molestaba hasta la sábana encima. A ver si luego puedo salir a trotar un rato.

    ResponderEliminar
  4. Enhorabuena por conseguirlo, incluso llegando tan falto de fuerzas...
    La montaña es otra historia, totalmente de acuerdo contigo...y para disfrutarla, hay que cambiar el chip corredor...
    Ahora, para sufrir y cansarse...nada como una carrerita de estas.
    Seguro que volverás a vivir otra. Ya lo verás.

    Besitos.

    Ps: no sé si ya sabes lo próximo en lo que me voy a meter...pero ya es de locura total (mira el blog del merak).

    ResponderEliminar
  5. Syl, no sé si volveré a cambiar el chip.

    Me voy a ver el blog, para saber cuál es la próxima.

    ResponderEliminar
  6. Xagerao! Estoy con Syl, seguro que repites ... cuando se te olvide. Tal como lo cuentas, me veo reflejado al recordar qué pensé tras mi primera experiencia en carrera por montaña (oct. 2007). Y este año ya llevo unas cuantas. Claro que, en mi caso, no tuve la suerte de disfratar de vacaciones veraniegas en la montaña.

    ... voy a ver lo de Syl....

    ResponderEliminar